En 1989 hubo un
Presidente que ganó las elecciones no diciendo lo que iba a hacer en materia
económica –en realidad, diciendo lo contrario- porque sino no lo iban a votar
(“si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie” fueron más o menos sus
palabras). En el 2015 el líder y los economistas de un partido de derecha nos
están diciendo lo que van a hacer en materia económica –similar a lo que en
definitiva hizo aquel que presidió el país en la década del ´90- y no terminamos
de asumir las consecuencias nefastas que pueden tener, esas medidas
explicitadas, para nuestras vidas y la de la mayoría de nuestros compatriotas.
Es como que no nos interesara demasiado comprender conceptos que muchos ya
hemos experimentado y otros no pero pueden llegar a hacerlo pronto: liberar el
tipo de cambio, devaluar, abrir las importaciones, tomar deuda externa,
congelar los salarios, aumentar la desocupación y la pobreza, fue la receta que
sufrió el pueblo y que hizo una enorme transferencia de recursos de los
sectores medios y bajos a los sectores altos. Es como que deseamos creer que un
partido que representa los intereses de los sectores económicos poderosos de
este país va a defender el trabajo, el salario y la participación de las pequeñas
empresas en la actividad económica nacional porque nos molesta vaya a saber qué
cosa de las medidas de política económica actuales: ¿no poder comprar
libremente dólares?¿no poder importar cualquier cosa?¿no poder especular en la
medida de lo que deseamos?¿el nivel de reservas del Banco Central?¿la manera o
las formas en las que se toman las medidas? Agreguen ustedes mismos otras
molestias porque la lista debe ser más larga aunque no encuentro demasiados
argumentos que hagan al bien común, más bien son aspectos individuales.
Siempre empiezan y continúan de la
misma manera:
- Nos presentan un estado actual de crisis económica, de cataclismo, de apocalipsis, sobre el cual hay que actuar rápidamente y de manera shockeante, para poder revertirlo en el menor tiempo posible. Con esto logran el ansiado “acuerdo social” como se logró, por ejemplo, para avanzar sobre las privatizaciones de las empresas del Estado a principios de los ´90.
- A partir de allí, toman una causa que sea bandera social, sobre la cual han “machacado” adecuada y persistentemente con el apoyo de los medios de comunicación aliados durante un tiempo prolongado y al cual le han dado una denominación tan certera que les haya permitido que la sociedad la haya demonizado lo suficientemente: por ejemplo, “el cepo al dólar”.
- Una vez identificada la causa, se trata de resolverla, porque es “la madre de los problemas” que no nos permite crecer ni desarrollarnos ni ser felices en términos económicos. ¿Y cómo se resuelve “el cepo cambiario”? Permitiendo que “la gente” compre dólares libremente y que sea “el mercado” quien defina el precio. Para ello tiene que haber dólares para ser vendidos y ahí viene el próximo paso.
- El gobierno sale a buscar dólares –recordemos que es un bien que no producimos- en los mercados financieros quienes tienen como condición el pago del total de lo adeudado a los Fondos Buitres para prestártelos como país. A partir de ese acuerdo y de la tasa de interés respectiva, aparece el préstamo que, a modo de ejemplo, sería más o menos como sigue: “Te presto 40 mil millones de dólares, 20 mil van a Nueva York para los Buitres y 20 mil a la Argentina”. Veamos que esto último es algo, como mínimo, voluntarioso.
- Una vez llegados los 20 mil millones del ejemplo, las grandes empresas se llevan –“compran”- un poco más de la mitad, supongamos unos 12 mil millones que remiten a sus matrices al exterior –recordemos que son multinacionales que mandan los dividendos a los accionistas que están en los países centrales- quedando unos 8 mil para los argentinos de mayor poder de compra. Inmediatamente quedamos endeudados y sin los dólares del préstamo (en realidad fueron movimientos de los sistemas digitales virtuales que hizo salir el dinero de un lugar y “volver” al mismo lugar pero con el “negocio” de los intereses).
- Mientras se da este proceso, el valor del dólar sube en pesos –es lo que se conoce como devaluación- lo que hace aumentar los precios de la canasta básica consumidos por los argentinos: crece la inflación y baja el poder adquisitivo de los salarios.
- Para frenar el aumento de precios, se permite la entrada de productos extranjeros que equilibren los precios, lo que hará cerrar fábricas nacionales y despedir trabajadores, disminuyendo el nivel de actividad económica del mercado interno.
- Para congelar los salarios, se eliminan las paritarias, y, de mínima, pueden quedar algunas por empresas con la dispar correlatividad de fuerzas entre empleador y trabajadores.
- Los sectores privados comenzarán a tener cada vez mayor participación en la economía, favorecidos, también, por la falta de regulaciones de los Estados.
- Se resuelve no fortalecer la integración regional vía Mercosur, la UNASUR o la CELAC y sí realizar acuerdos de libre comercio particularmente con EEUU.
Esto es el manual. Son las medidas
históricas que han tomado en nuestro país -y en los de nuestra región- quienes
han mantenido la hegemonía económica mundial a través de gobiernos adictos a
esos sectores: favorecen la rentabilidad del sistema financiero especulativo
mundial, de la globalización mercantilista a partir de la generación de
condiciones favorables para la instalación de las multinacionales y del sistema
agroexportador en detrimento de la producción y el trabajo nacional. Es el país
de pocos para pocos: logran el disciplinamiento de la sociedad mayoritaria
trabajadora, al aumentar la pobreza y la desocupación –junto con la deuda
externa-, y bajar la producción nacional, los salarios y la calidad de vida de
los trabajadores. Y se necesitaría un proceso de muchos años en sentido contrario
para revertir esta realidad económica.
Ahora bien, no podemos decir que no
sabíamos o que no entendemos qué consecuencias van a tener en la sociedad las
políticas económicas que nos dicen
podrían implementar desde una Alianza de derecha que llegue al gobierno
nacional. Después será tarde para darse cuenta… después aparecerá el “yo no lo
voté” como falsa excusa… después no
digas que no te avisaron…
Walter
Rezzuti.
12 de noviembre de 2015
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